miércoles, 26 de febrero de 2014

CAPITULO 4


Ya de camino a su destino, los chicos comentaban lo que ellos creían que iban a vivir esos tres días. Bueno, no todos. Algunos como Bea o Raúl dormían, mientras los otros cuatro hablaban. Las dos chicas estaban situadas unos asientos por delante de Manu y Pablo. Escuchaban “Counting Stars” de One Republic, canción que Claudia oía continuamente. La tocaba al piano y cuando lo hacía, sentía algo increíble por dentro.
Silvia miraba por la ventana, inmersa en sus pensamientos. Ella era una persona que hablaba bastante y ese día se estaba comportando de forma extraña, y su amiga lo estaba notando.
-      Silvia.
No obtuvo respuesta…
-       - Silvia, despierta. ¡Estas dormida!
Nadie contesta. Silvia seguía pensando en no se sabe qué.
-       - Silvia. Te estoy hablando. ¿Estás bien?
Seguía sin contestar. Estaba completamente ausente. Claudia empezaba a preocuparse.
-    - Por favor, mírame –digo agarrándola del brazo para que se girara- ¿Estás llorando? Silvia, ¿qué te pasa?
-        - Déjame por favor. No quiero hablar
-   - Silvia. ¿Qué ha pasado? Ayer, por la noche, cuando hablamos por Skype estabas perfectamente. Ha tenido que pasar algo hoy.
-        - Da igual. En serio. Estoy bien
-        - Es por Manu, ¿verdad? ¿Qué te ha hecho?
-        - No, no es por él –y comenzó a llorar de nuevo-
-        - Ven, ven aquí pequeña –dijo su amiga abrazándola- Cuéntame.
Silvia contó a su amiga lo ocurrido aquella mañana. La relató que él se quedó dormido, que le esperó hasta que llegó. Pero eso no era lo que a ella la atormentaba. La razón de sus lágrimas era otro tema.
-        - ¿ Y sabes lo peor de todo?
-        - Dime.
-       - Que nunca me había planteado si sus besos eran simples besos o significaban algo para mí. Yo pensaba que era algo pasajero, que era un chico más, como todos. Pero no. No me he dado cuenta de todo esto hasta que hoy me ha empezado a vacilar, hasta que ha bromeado con que me había quedado pensando en el maldito beso.
-       -  Pero eso está bien, Silvia. Te has enamorado. Es algo precioso.
-      -  No, no es precioso, para nada. Y menos de él, de Manu. De un chico que le da igual todo, le da igual hacer daño a cualquier persona. Él lo único que quiere es el bien propio. Además yo no quiero enamorarme, no puedo. No quiero estar atada a una persona, no me gusta esa sensación.
-     - Silvi, te ha pasado algo normal en la vida de cualquier persona. Te has enamorado; quizás no de la persona que querías, pero lo has hecho. Es una de las cosas más bonitas que puede existir. A todo el mundo le llega ese momento y aunque tu tenías mucho miedo de que te ocurriese, te ha pasado.
-        - Pero no quería…
-        - Pero es lo hay. A mi ya sabes que me ocurrió. Y aunque ahora ya no estamos juntos, fue un año increíble que no borraría de mi mente jamás. Como todo, hay cosas buenas y cosas malas, cosas que repetirías y otras que preferirías poder olvidar. Pero en su conjunto, cuando estas con la persona que te gusta, con la persona a la que quieres, es perfecto.
-         - Ese es el problema…  Esa persona que tu dices es Manu, el tío más superficial que puede existir en la Tierra.
-        - No será para tanto Silvi. Yo creo que le pasa lo mismo que a ti. Tiene miedo de enamorarse, de sentir algo por alguna chica. Está atemorizado de engancharse a alguien, de comenzar una relación, de atarse a ella. No quiere dejar de ser el ligón del colegio que tiene a muchas chicas a su alrededor y que hace lo que quiere con todas.
-        - Por eso, Clau, por eso. No se que puede hacer para poder olvidarme. Quiero dejarle ir porque se que sino lo hago, va a hacerme daño. Se que voy a salir herida.
-      - Haz lo que creas, pequeña. Ya sabes que yo te apoyo en todo. Si quieres volver a hablar del tema no dudes en decírmelo porque siempre te estaré escuchando. Mi consejo es tiempo al tiempo, porque este pone a cada cual en su lugar.

Sin ellas saberlo, pues estaban sentadas delante, Manu se acercó hacia ellas.
-      - Chicas, ya casi hemos llegado. Quedan dos paradas más. Eso me ha dicho Pablo.
-         - Gracias Manu, nos vamos preparando –contestó Claudia intentando evitar que viese a su amiga llorando. Pero su intento fue fallido…
-        - Silvia, ¿que te pasa? ¿Estás llorando?

lunes, 23 de diciembre de 2013

CAPITULO 3



Bip bip bip. Silencio… Bip bip bip. Silencio… Bip bip bip.
Al fin, Manu coge el teléfono, a punto de acabarse la llamada.
-  ¿Hola? –preguntó todavía dormido.
-   Hola Manu, soy Silvia. ¿Dónde estas? Estoy en el parque bajando tu calle, donde dijimos ayer que quedaríamos hoy.
-  Mierda. Lo siento Silvi, me he quedado dormido. Me visto rápido y salgo. Suerte que preparé la maleta ayer.
-   -Vale, vale no te preocupes. Tenemos tiempo todavía. Tranquilo.
-   -Okey. Ahora nos vemos. Un beso
-   -Un beso. Adiós

Al cabo de media hora llega Manu tan guapo como siempre. Le da un beso en labios a Silvia. Uno de esos besos fugaces y rápidos, pero que te transportan a otro mundo. Uno de esos besos que te dejan con ganas de más. De esos, que repetirías una y mil veces.
La relación de estas dos personas, nadie la conocía. Eran amigos, pero a veces pasaban a otro nivel. Además, no eran novios, no tenían una relación seria. De hecho ambos las detestaban. A los dos les gustaba ir de flor en flor, no asentarse. Además tenían fobia al compromiso, aunque lo querían ocultar. Querían evitar que los demás vieran que detrás de esa coraza de chicos duros, se ocultaba una persona muy sensible.
Hacían muy buena pareja, los dos rubios con los ojos verdes y con una sonrisa perfecta. Él era del equipo de baloncesto del colegio, y ella animadora. Él era todo un casanova, al igual que ella. Ligaban allí por donde pasaban. Además, tenían un carácter bastante parecido, razón por la que, a veces, se entendían muy bien pero otras tantas todo lo contrario.
-      Vámonos o llegaremos tarde – dijo Silvia, que no se esperaba para nada ese beso- Nos están esperando en Moncloa.
-      Vale. No me puedes negar que no te has quedado sorprendida con el beso, eh. Se que te ha encantando, no hace falta que pongas escusas.
-      Manu, no digas tonterías…
-   Sólo digo la verdad, que te ha gustado. Y mucho, además.
-   -Mira, ahí viene el bus, corre o no lo cogeremos.
-   -¡Que suerte has tenido, Silvia!


Marta había pasado la noche con su novio, aprovechando que a la mañana siguiente muy temprano tenían que salir hacia casa de Patricia. Fernando vivía en un piso compartido con otro chico de su universidad, en una de las calles más concurridas de la ciudad.
Estaban de camino a casa de Jaime. Iban en coche, en un Audi negro que los padres de Fernando le habían regalado por su dieciocho cumpleaños. Pararon a recoger a Jaime, primo de Marta, que vivía en una calle perpendicular a la suya.
-      Hola Jaime
-   Hola chicos –dio dos besos a su prima y la mano al novio de la misma.
-   Tu sabías ir a casa de Paty, ¿no? –dijo Fer- ¿Me podrías indicar como ir?
-   Vale, a ver si me acuerdo… Solo he ido una vez y hace bastante tiempo, pero lo intentaré.
-   Vale. Tu me indicas.


Claudia, Bea, Raúl y Pablo estaban en Moncloa, esperando a que llegasen los otros dos amigos. Como de costumbre, Manu llegaba tarde… Siempre le tenían que esperar, ya estaban acostumbrados. Pero Silvia nunca llegaba tarde, ella era muy puntual. Odiaba esperar y que la esperasen.
-      Que raro que Silvia todavía no esté aquí –dijo Claudia preocupada- Siempre llega a la hora acordada…
-        Es verdad –contestó Pablo- Al contrario que Manu, ella es muy puntual.
-        - Se le habrán pegado las sábanas, que es muy dormilona –bromeó Bea.
-        - Mirad  –dijo sorprendido Raúl-. ¡Ahí esta Manu!
-       ¡Y con Silvia! –dijeron al unísono Claudia y Bea que no daban crédito a lo que estaban viendo sus ojos.
-       Hola tortolitos –bromeó Pablo- ¿Qué? La noche bien, ¿eh?
-      Si si fenomenal, hemos dormido en mi casa, que mis padres no estaban. Y ya sabéis, lo típico –contestó Manu.
-       Venga anda, no alucines – dijo Silvia- Más te gustaría a ti
-       Bueno, haya paz –dijo Bea, intentando evitar posibles enfados- Vamos hacia la parada que al final perderemos el bus.
-       ¿A qué hora pasaba? –preguntó Raúl.
-    En diez minutos. No hay prisa, vamos bien –contestó Claudia- Pero vamos hacia la parada por si acaso.
Los seis chicos se encaminaron hacia la parada, donde el autobús ya les esperaba.  Estaban impacientes pues querían llegar ya a la casa. Les esperaban dos horas de autobús, dos horas que darían para mucho. Dos horas que algunos no olvidarían.

sábado, 23 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 2



-      -Javi, este fin de semana ya sabes que vienen mis amigos. Sino te vas a casa de algún amigo tuyo quiero que te quedes tranquilito, ¿vale? No hagas de las tuyas porque la tenemos.
-       -Patricia no vayas de superior, que solo tienes un año más que yo –contestó su hermano enfadado
-   -Parece que se te sube demasiado a la cabeza. No vayas de diva, porque te acabarás por chocar contra la pared.
-    -Venga hermanito, no te enfades, que sabes que era de broma –dijo ella evitando posibles problemas- Simplemente quiero que este finde sea perfecto. Además ya sabes que dentro de unas semanas tenemos los finales y queremos pasarlo bien.
-       -Vale, vale, Paty, me quedaré en mi habitación. No te preocupes.
-       -Ay, si es que tengo el mejor hermano del mundo.
-     - No seas pelota, Patricia –contestó Javier, suponiendo que su hermana quería algo más- Se que quieres que haga algo… Solo me dices estas cosas cuando quieres algo mío…
-       -Mmmmm bueno… Quizás tengas un poco de razón… Quería que me ayudases a preparar la casa para cuando vengan…
-       - Yo te ayudo a preparar las camas y a limpiar la casa. Lo demás lo haces con tus amigos.
-       Vale vale…  Eso ya es más de lo que me esperaba. Muchas gracias hermanito.

Los dos hermanos se pasaron toda la tarde del jueves preparando las habitaciones. Moviendo muebles, preparando camas, buscando sábanas, barriendo, pasando la aspiradora, fregando el suelo… Iban a ir muchos amigos a su casa, demasiados quizás. Era grande una casa pero no tanto como para invitar a 10 personas a dormir… A ver como se las arreglaban…


Paty estaba deseosa de ver a sus cinco mejores amigas. Anita, una de ellas, la había llamado esa misma tarde y la había dicho que, desgraciadamente, no podía ir, porque estaba en su casa de campo. En cambio las otras cuatro, allí estarían.
Claudia, Marta, Bea, Silvia, Ana y Paty se conocían desde hacía unos años pero este último se habían hecho inseparables. Eran seis amigas, pero parecían una única. Se contaban todo, y tenían plena confianza las unas en las otras. En el pasado habían tenido sus diferencias pero las consiguieron dejar atrás, y pasar página. Al final, la vida se basa en dejar el pasado atrás y avanzar hacia delante, ¿no?  Se hacían llamar así mismas las “GOSSIP”, “las cotillas” en inglés, palabra que un día dijo Silvia cuando Marta contó un cotilleo.
Marta era la “fiesta” personificada, eran como uña y carne. Era puro movimiento, como un terremoto. Siempre salía a discotecas y se lo pasaba en grande, bailando, saltando y gritando. Sin embargo, todo lo que tenía de fiestera, lo tenía de cariñosa, siempre dispuesta a ayudarte en cualquier problema que tuvieras. Por otro lado, estaba Bea, una chica más tímida, más modosita, todo lo contrario a Marta. Era una trabajadora nata, que se pasaba la vida estudiando encerrada en su casa. Salía escasas veces, razón por la cual era a la GOSSIP que menos veían. Por su parte, Silvia, tenía un poquito de ambas. Le encantaba la fiesta pero también estudiaba. Pero por lo que se la caracterizaba era por lo que le gustaban los chicos. Le encantaban. Era una seductora nata. Todas sus amigas la decían que ya era hora que viniese un chico y la hiciera pisar la tierra; asentarse, y enamorarse. Pero realmente ninguna pensaba que pudiese pasar, lo veían demasiado improbable. También estaba Ana, o Anita, como la llamaban ellas, una chica a la que la ropa le podía. Era superior a sus fuerzas. Siempre tenía la última tendencia. La gustaba vestirse bien, la encantaba. Además era la más madura de las seis, como la madre del grupo. Era muy práctica y muy directa, y sus consejos valían oro. Por otro lado estaba Patricia que amaba cantar. Se pasaba los días tarareando canciones por la casa, en la ducha, mientras andaba,… Era una chica, como se suele decir ahora, que no paraba quieta. Tenía energía durante todo el día… Eso si, cuando se dormía no había quien la despertase. Siempre te levantaba el ánimo. Y por último estaba Claudia, una chica que amaba tocar el piano. No era demasiado buena pero hacía lo que podía. Había salido de una relación hacía poco, una relación que había durado nada menos que algo más de un año, razón por la que últimamente estaba triste. Esto era bastante raro en ella, porque una de las cosas que caracterizaban a Claudia era su habitual buen humor, y su alegría.


Tras casi cuatro horas, Paty y Javi, consiguieron organizar la casa para cuando llegasen, a la mañana siguiente, los amigos de ella. Habían preparados cinco habitaciones: en una de ellas dormiría Marta con su novio, Fer; en la habitación de Paty, dormirían ella y una de las chicas, mientras que las otras dos, dormirían en la habitación contigua. Los chicos también se dividirían: Jaime, Raúl y Manu, dormirían  juntos, mientras que Pablo, que se llevaba muy bien con el hermano de la anfitriona, dormiría con él.


Ahora solo tenían que esperar, esperar a pasar el mejor fin de semana de sus vidas… o el peor. Depende de para quien…

martes, 19 de noviembre de 2013

CAPITULO 1



-      - No llego, no llego, no llego. Mierda. No me va a dar tiempo. No voy a llegar. Lo que había estudiado para este examen.
-     - Claudia, tranquila –dijo su madre- yo te llevo en coche. Justo hoy entro más tarde a trabajar asique te puedo llevar al colegio.
-      - Ay mamá muchas gracias –dijo Claudia que no se lo creía- Voy a desayunar que al final no llego ni aunque tu me lleves.
Bajó las escaleras que llegaban a la planta de abajo y rápidamente se bebió la leche con Cola Cao que su madre le había preparado acompañada de unas galletas. De nuevo en su cuarto, se vistió –menos mal que había preparado la ropa la noche anterior-, se peinó, se lavó los dientes, cogió la mochila y salió con su madre en coche rápidamente.
Llegó al colegio por los pelos, a punto de comenzar el examen. Todos estaban sentados en sus respectivas mesas. Se sentó en su sitio, cogió el bolígrafo y comenzó a escribir cada una de las preguntas del examen de historia. Claudia era una chica que amaba la historia, era su asignatura preferida posiblemente. Además, adoraba a su profesor, lo pasaba fenomenal en sus clases. Deseaba todos los días que llegase la hora de su asignatura preferida.
Al cabo de una hora, el timbre sonó, y tuvo que entregar el examen. Había conseguido acabar el examen pero por muy poco. Había escrito mucho, y salía contenta del examen.
-      - Ey Claudia, ¿que tal te ha salido? –le preguntó Pablo-. Ha caído Fernando VII, como tu querías.
-      - Hola Pablo –contestó- Si, he tenido suerte. Era lo que mejor me sabía. Estoy contenta, la verdad. Creo que me ha salido bastante bien. Tu, ¿estas contento?
-       Bueno… mas o menos. No sacaré la misma nota que tu ni mucho menos, pero creo que por lo menos aprobaré… –contestó vacilante.
Pablo y Claudia se conocían desde hacía cinco años. Eran mejores amigos, casi como hermanos, exceptuando que había cierta tensión sexual no resuelta. Se querían muchísimo, precisamente por eso no habían intentado nada. Ambos pensaban que si pasaba algo entre ellos, su amistad se podía ver influida y ninguno de los dos quería arriesgarse a perderla. Preferían ser mejores amigos. Además ambos habían tenido sus parejas, y ninguno de los dos se molestaba por ello; de hecho, se alegraban por el otro.
Pablo era una persona excelente, siempre dispuesto a ayudar. De esos que cualquier persona quiere tener a su lado. Muy buen amigo y que daba unos consejos increíbles. Muchas veces había sacado a Claudia de bastantes apuros.
-      - Clauuuuuuu –gritó una voz que se acercaba hacia los chicos- ¿Que? ¿Se te han pegado las sábanas eh, pillina? Por poco te saltas el examen…
-      - Marta no me vaciles que si no llega a ser por mi madre, no llego. ¿Qué tal ha ido? –respondió Claudia indignada.
-      - Bueno… ya sabes que lo mío no es la historia. Se hace lo que se puede. Yo no soy tan lista como tu, Clau.
-       Ya verás que no te ha salido tan mal como piensas, Marti.
Marta era una chica que no le gustaba estudiar, lo detestaba. Siempre encontraba una excusa para no hacerlo: si no era el móvil, era el ordenador, y sino pasear a su perrita Lucy. Pero en lo que más dedicaba su tiempo era en quedar con su novio, el cual la sacaba cinco años. Claudia siempre pensó que era una mala influencia para ella; de hecho, tuvieron varias peleas por esta precisa razón. Pero desistió y decidió dejar que ella se equivocara ella sola, porque no entraba en razón.


El día se les hizo un poco largo. Era jueves y el viernes no tenían colegio, lo que aumentaba las ganas de que acabara el día. Los chicos estaban deseosos de que empezara el puente porque iban a pasar esos tres días en la casa de Patricia, porque sus padres se habían ido a pasar el puente fuera. La casa era muy grande, con cantidad de habitaciones, una piscina con un porche, una pista de baloncesto, y una sala con sofás reclinables donde había una pantalla enorme para ver películas como si se estuviera en un cine.
Por fin, la última hora terminó. Los chicos recogieron sus cosas rápidamente deseando llegar a su casa, empaquetar sus cosas y que fuese viernes.
Lo que ellos no sabían es que el fin de semana que ellos pensaban que sería increíble, tomaría un camino distinto al planeado. Demasiadas sorpresas les deparaban. Sorpresas que jamás podían imaginarse que sucederían.